miércoles, 22 de junio de 2011

No agredirás. Las condiciones básicas del diálogo//Horacio Bruera

Ayer tuve la dolorosa experiencia de eliminar a un amigo de FB, porque no logré hacerle entender que argumentar, debatir, dialogar y cuestionar no son sinónimos de agredir, descalificar y desacreditar. Ya se lo había dicho en otra ocasión e, incluso, lo vi hacerlo en el muro de otros amigos. Es una pena, porque cuando no agrede ni descalifica sus aportes son enriquecedores.
Hay dos tipos de requisitos o condiciones de cualquier diálogo: las ideales y las básicas. Probablemente, nunca se alcancen en FB, ni en ningún ámbito, las condiciones ideales de todo diálogo en los términos en los que lo plantea, por ejemplo, Jürgen Habermas. Pero, al menos en mi muro, los requisitos básicos deben ser respetados.
Esos requisitos básicos son (enumeración no taxativa):
1) No agredir, descalificar, insultar o desacreditar al otro
2) Evitar los argumentos ad hominem
3) Reconocer los errores
4) Pedir disculpas al otro si por X motivo se te saltó la cadena y agrediste
5) Responder, con la mayor claridad posible, las preguntas de todos los que participan respetuosamente y preguntan con sinceridad
6) Evitar la soberbia de creer que te las sabés todas
7) No presuponer mala intención en el otro
8) Respetar los códigos morales que implica tener a disposición distintas herramientas (si alguien, en medio de un debate, te hace un comentario por mensaje privado o chat, no salir a decir en público que el otro se oculta y te manda mensajes, porque lo privado es privado y para eso está la herramienta).
En mi muro son todos bienvenidos y está abierto para que cualquiera comente (sea o no amigo mío), pero no para los que utilicen la agresión y la descalificación como herramientas de “argumentación”. Ellos no son bienvenidos, aunque, obviamente, tienen total libertad para expresarse en sus muros o en el de quienes acepten el diálogo bajo esas condiciones.
Siempre hay que tener presente que, así como una praxis fundada en el odio, la violencia y el matar al otro está condenada, de antemano, al fracaso, un diálogo basado en la agresión, la descalificación y la desacreditación también está fatalmente condenado a fracasar. El diálogo es una praxis y, como toda praxis, tiene su verdad, sus reglas, sus condiciones básicas. Y quien no sabe o no está dispuesto a respetarlas, violenta esa praxis y socava las bases de la amistad.
Y así lo deja bien claro nuestro sabio Martín Fierro:
Pues que de todos los bienes,
en mi inorancia lo infiero,
que le dió al hombre altanero
su Divina Majestá,
la palabra es el primero,
el segundo es la amistá.

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